Gestión de emociones

Gestión emocional: cómo manejar la tristeza

10-01-2017
Francesca Roman

Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional definía las emociones como «impulsos que nos llevan a actuar». Es decir, las emociones son el combustible que nos ayuda a movernos hacia un objetivo determinado.

No hay emociones «buenas» o «malas». Todas son necesarias, si bien es cierto que algunas de ellas como la rabia o la tristeza cuando no son bien gestionadas pueden llegar a ser destructivas y dañinas.

Aprender a gestionar las emociones adecuadamente es esencial para nuestro bienestar personal, el equilibrio de nuestras relaciones interpersonales y familiares y para nuestra proyección profesional.

No sé lo que siento

¿Cuántas veces escucho esta frase en consulta? Muchas, casi diariamente.

Identificar qué es lo que siento, de qué emoción se trata no siempre es sencillo.

Frecuentemente, si no hemos recibido una educación emocional adecuada de nuestros padres o de las personas que nos cuidaron,  puede llegar a ser difícil discriminar si «ese malestar que siento en el pecho o en el estómago o en la espalda…» es tristeza, rabia, o …

Toda emoción no bien canalizada y expresada acaba depositándose en el cuerpo. Por eso, cuando no podemos expresar rabia, por ejemplo, sentimos «una bola que me arde en el estómago» o hablamos de un dolor en el pecho junto al corazón  si es la tristeza la que no puede canalizarse adecuadamente. Es el cuerpo el que «expresa» aquello que no sabemos hacer de otra forma.

Es curioso, por ejemplo, cómo la rabia hace que el flujo sanguíneo aumente en la zona de los brazos y  manos facilitando así el acto de  golpear. Para algunas personas la rabia no expresada puede hacer que sientan en un momento determinado dolor de espalda, de brazos o tensión en estas zonas sin que en el fondo tengan ninguna lesión o patología en ellas.

Gestionar las emociones: identifica la emoción

El primer paso para gestionar las emociones de una forma correcta es, como hemos visto, identificar de qué emoción se trata. 

¿Y qué ocurre si no sé lo que siento? Puede ayudarnos colocar una de nuestras manos en la zona del cuerpo donde siento el malestar y como si de un código de barras se tratara, intentar leer y descifrar qué es lo que estoy sintiendo. Si esto no ayuda puede sernos útil intentar pensar en qué es lo que «mejoraría nuestro malestar». Si la respuesta es «Un paseo con un amigo» puede ser que sienta soledad o aburrimiento o tristeza. Si la respuesta es «llorar y gritar» casi con toda seguridad tengo rabia…

Una vez identificada, el siguiente paso es gestionar la emoción.

Como manejar la tristeza sin caer en el desánimo

¿Cómo gestionar una emoción una vez se ha identificado? Vamos a verlo tomando por ejemplo la tristeza. Imaginemos entonces que hemos identificado la emoción: Estoy triste ¿Qué puedo hacer?

El siguiente paso sería contextualizar la emoción, es decir explicar y dar sentido a la emoción. ¿En que consistiría? En algo tan sencillo (o no tanto) como ser capaz de darme a mí mismo una explicación serena, tolerante y cálida del motivo por el que estoy triste. Algo así como: «Es normal que esté triste por no haber sido elegido para este trabajo. Todas las personas en una situación así sentirían una dosis mayor o menor de tristeza. A fin de cuentas me hacía mucha ilusión lograr ese puesto para mi y había hecho fantasías sobre ello…» .

No siempre somos capaces de tener ese diálogo comprensivo y cálido con nosotros mismos y frecuentemente nos regalamos auto-reproches que no hacen sino aumentar nuestra tristeza y dar al traste con nuestra autoestima.

Normalizar nuestra emoción (esto nos ocurre a todos) y comprender nuestro malestar es importante para poder gestionar las emociones correctamente.

De la tristeza a la alegría

El último paso de este proceso sería buscar el antídoto de la emoción. Si estamos hablando de TRISTEZA,  la clave estaría en centrarnos en aquello que nos acercara a la ALEGRÍA ¿Cómo?

  • Apunta los pensamientos negativos asociados a tu tristeza. Léelos e intenta buscar una «versión» más positiva (pero realista) de los mismos.
  • Pinta tu tristeza. Elige un color y pinta en un papel lo que sientes. Sigue pintando hasta que tu estado de ánimo haya cambiado. Después contemplando el dibujo escribe sobre lo que sentías y sientes ahora. Es sorprendente el cambio.
  • Mueve tu cuerpo. Cuando movemos el cuerpo algo en nuestra mente también se mueve (somos uno cuerpo y mente) y nuestro estado de ánimo cambia. A veces un simple paseo de 20 minutos al sol cambia nuestra percepción de un problema.
  • Busca lo malo de lo bueno. Siempre encontrarás un motivo por el que alegrarte.

Es positivo y nos ayuda a crecer el sentir las emociones. Contactar y sentir tristeza es cierta medida nos ayuda a crecer y disfrutar más intensamente de la alegría, por ello no es necesario rehuirla. Ahora bien,  no construye ni ayuda a salir adelante dejarse caer en la tristeza y abandonarnos a la emoción.

Recuerda que como los principios del Mindfulness establecen: Las emociones son eventos pasajeros y si no te aferras a ellas igual que llegaron se irán. 

 


Sobre el autor

Soy Francesca Román. Mi interés como Psicóloga y Coach Nutricional me ha llevado a formarme en áreas de Salud como la Medicina Psicosomática, Trauma, Psicopatología y Psiquiatría y en las técnicas más avanzadas en psicoterapia: EMDR, Hipnosis Clínica o Mindfulness. En los últimos años me he dedicado a mi gran pasión: el tratamiento de los Problemas de Alimentación. Hace años creé CENTRUM Psicólogos, un espacio para la salud, que cuenta con un equipo de profesionales que apuestan por una psicoterapia breve e innovadora y que se ha convertido en un referente de psicoterapia de calidad en Madrid.

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